martes, 10 de junio de 2008
que tan dignos de confianza somos?
"No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; El quehabla mentiras no se afirmará delante de mis ojos" (Salmos101:7).Estaba trabajando en una tienda que vende bolsas de señorasy malas en general cuando una mujer entró diciendo queanhelaba devolver una bolsa que había comprado algunos díasantes. La política de la tienda era no aceptar la devoluciónde mercaderías usadas, pero la mujer me aseguró que elartículo estaba novísimo. "Yo nunca a usé ", ella afirmó.Como la señora insistió mucho, devolví su dinero. Minutosdespués de dejar la tienda, la mujer regresó. "Disculpe",dijo ella avergonzada, olvidé las llaves de mi carro adentrode aquella bolsa." (Carta de un vendedor - Readers Digest,diciembre/1999)¿hasta que punto nosotros, cristianos, podemos nosconsiderar "dignos de confianza"? ¿Cómo ha estado nuestrapalabra? ¿Hemos sido ejemplo de corrección y honestidad? Laspersonas que manejan con nosotros ¿consiguen enxergar elbrillo de Cristo en nuestras acciones?Es muy triste para el Señor ver un de Sus hijos actuando demanera fraudulenta y mentirosa. Su corazón se avergüenzacuando no pagamos una cuenta, cuando llevamos para casa unalgo que "creemos" haber de sobra en nuestro trabajo, cuandoafirmamos que hicimos algo o estuvimos en alguno lugar sinque eso sea verdad, cuando mandamos nuestros hijos decir aalguien que bate a la puerta: " No está en casa".Nuestro testimonio necesita glorificar y engrandecer elnombre del Señor a quien servimos. Nuestras actitudes debenestar siempre basadas en verdad. Nuestro amor a nuestroSalvador no puede ser falso y ni compactuar con los engañoscaracterísticos de aquéllos que no tienen cualquiercompromiso con Dios.No podemos nos engañar juzgando que nadie está viendoaquello que hacemos. Hay un que todo ve y que un día podrádecirnos: "No os conozco". Mantengamos, por tanto, nuestrocorazón puro para que, con alegría, oigamos: "vinde benditosde mi Padre".
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